Javier Kirschbaum, psicólogo y gestor cultural, está a favor de atesorar cosas del pasado, cuando estas pueden servir para valorar nuestra historia. “Todo objeto es importante, ya que cumplen la misma función de fuente documental que un escrito, una foto o una filmación, como testimonios de nuestro pasado”, explica.

“Y teniendo en cuenta que la valoración del patrimonio es algo subjetivo, estas experiencias, fomentan también, que muchos grandes y chicos aprecien el valor de lo que hasta ese momento consideraban un “cachivache”. Por lo tanto debería instituirse fomentos a coleccionistas, familias, instituciones públicas y privadas que desarrollan acciones tendientes a preservar y poner en valor nuestra historia”, propone.

Kirschbaum, que dirige el Museo La Juntada, reconoce que quienes coleccionan o juntan objetos son vistos como personas poco normales. Sin embargo, le gusta marcar la diferencia con los acumuladores compulsivos, que tienden a guardar todo.

El profesional destaca la importancia para la vida anímica de todas las actividades como el coleccionismo, al igual que los deportes, actividades deportivas, el yoga, la investigación científica, etcétera.

“El filósofo Walter Benjamín advierte en los coleccionistas los atributos de una sensibilidad ligada a un pathos específico, que los convierten en un individuo perteneciente a las minorías más extravagantes y complejas de la sociedad. Introduce un concepto fundamental, el término griego pathos, que significa tanto sufrimiento como pasión. Algo que parece contradictorio, pero que no lo es. Algo emblemático: el fútbol, en donde los fanáticos de un equipo en un mismo partido pasan por la euforia, el enojo y lágrimas”, ejemplifica.

“Pero un coleccionista no es popular como el hincha de fútbol; por lo contrario, muchos los catalogan como raros y extravagantes por tener una obsesión extraña con un tema en concreto, en el cual se especializan”, añade.

Para Kirschbaum es simple: son diferentes formas del disfrute. “Es algo que no hace la mayoría, pero no por eso algo nocivo que debe rechazarse y combatirse. Por suerte las nuevas generaciones sí están abiertas y toman más naturalmente esto”, apunta.

A su entender, uno de los grandes aprendizajes de la pandemia es que ya no nos importa tanto lo que socialmente se establece como normal o anormal. “Muchos nos hemos encontrado realizando cosas que antes nos parecían impensadas y que ahora forman parte de nuestra normalidad. Por ejemplo personas que decidieron dejaran las ciudades e instalarse en zonas rurales, dejar trabajos estables por emprendimientos, entre otras cosas”, resalta.

¿Con que parámetros decidís que cosas guardar y cuáles no?, le preguntamos. “Solo me quedo con objetos antiguos que puedan servir para mi colección, que sean testimonio de nuestro pasado, que puedan mostrar cómo vivíamos”, señala.

Encuesta

De esta manera marca la diferencia con lo que sería un acumular cosas sin sentido algo que al parecer es bastante común en nuestro país. Una encuesta realizada por la consultora de mercado TrialPanel mostró que el 74% de los argentinos admite que “frecuentemente guarda cosas que luego no utiliza”. Y entre ellos, el 80% manifiesta: “me resultar difícil deshacerme de los objetos en desuso”.

¿Qué es lo que guardamos de forma compulsiva? Según TrialPanel, el ranking lo encabezan ropa, libros, boletines y cuadernos escolares, calzado, estudios médicos, envoltorios y cajas de regalo. Y al momento de explicar los motivos, las respuestas van desde “porque en algún momento lo puedo volver a utilizar” (81%), hasta “porque son de un ser querido” (28%).

Claro que es posible no ser acumulador. Primero que nada, según los especialistas, hay que establecer un plan de orden de nuestros objetos lo cual nos permitirá establecer bien cuál nos sirve y cuál no y cuál quisiéramos conservar como testimonio de nuestro pasado. Aquí van unos consejos:

• Establece un plan posible de llevar adelante de acuerdo a la disponibilidad de tiempo que tengas. Si un armario entero es demasiado, incluso una tarea pequeña como limpiar los artículos de un cajón o estante puede hacer que empieces en la dirección correcta.

• Creá tres pilas de cosas: conservar, donar y descartar.

• Si el desorden incluye objetos que guardás para otras personas, considerá la posibilidad de darles un plazo para que los recojan. Por último, evitá la reincidencia. Resistete a rellenar con otras cosas los espacios que has despejado.